Lo que debía ser una tranquila jornada de julio se convirtió en una auténtica película de terror en las calles de Jerez. Un perro de raza Pitbull, una máquina de potencia muscular, se abalanzó brutalmente sobre «Puppy», un pequeño mestizo indefenso, causándole heridas tan graves que le provocaron la muerte. Hoy, casi tres años después, un juzgado ha dicho «basta» y ha puesto precio al sufrimiento de perder a un miembro de la familia.
La indignación en este caso es doble. No solo por el ataque mortal, sino por la actitud del dueño del Pitbull. Según reza la sentencia, este individuo decidió ignorar por completo el proceso, no contestó a la demanda y ni siquiera se presentó el día del juicio, siendo declarado en situación de «rebeldía procesal». Creyó quizás que escondiendo la cabeza evitaría el golpe, pero la Justicia ha sido implacable ante su silencio.
Lo verdaderamente impactante de este fallo no es solo que se paguen los gastos del veterinario, que ascendieron a casi 600 euros en un intento desesperado por salvar la vida del animal, sino la contundencia con la que la Magistrada ha valorado el sufrimiento humano.
La sentencia reconoce sin titubeos el «trastorno, desasosiego, incomodidad y molestias» que sufrió la dueña al ver morir a su mascota. Por ello, ha condenado al demandado a pagar 3.000 euros por daños morales. Una cifra que lanza un aviso a navegantes: el dolor de perder a una mascota tiene un precio muy alto en los tribunales.
La sentencia es clara y demoledora: no importan las excusas. El tribunal ha aplicado la doctrina de la «responsabilidad objetiva». Esto significa que el dueño es responsable «aunque el animal se escape o extravíe». Tener un animal de estas características entraña un riesgo, y quien lo disfruta debe asumir las consecuencias negativas.
Al final, la dueña recibirá un total de 3.576,72 euros más intereses. El dinero no devolverá la vida a su mascota, pero esta sentencia histórica en Jerez deja claro que la irresponsabilidad con animales peligrosos ya no sale gratis.
Desde el despacho RIVERIEGO ABOGADOS entendimos que no se trataba solo de una mascota, sino de «Puppy» un miembro irremplazable de la familia. Por eso hicimos nuestro el dolor de la familia y luchamos con firmeza para conseguir el reconocimiento del daño moral sufrido; porque, aunque sabemos que ninguna sentencia podrá devolverles a tan importante integrante de la familia, lograr que se haga justicia es la única forma de honrar la memoria «Puppy» y reparar la herida.



