Un Juzgado de Cádiz exonera mas de 23.500 euros a un gaditano que, con casi 70 años, seguía trabajando en Francia para completar su pensión de jubilación española

Hay silencios que pesan más que cualquier grito. El silencio de quien ha trabajado desde que tiene memoria y, sin embargo, al llegar a la vejez, se encuentra con las manos vacías. Esta es la historia de este gaditano, un hombre nacido en 1956 que representa a una generación incansable, de esas que no saben rendirse ni cuando el cuerpo pide tregua.

A sus casi 70 años, cuando la mayoría disfruta de un merecido descanso, él hacía las maletas para cruzar la frontera y trabajar en Francia. No lo hacía por ambición, sino por la más estricta necesidad. Su pensión de jubilación en España asciende a 685 euros mensuales. Una cifra que, en la realidad económica actual, convierte algo tan básico como llenar la despensa o pagar la luz en un ejercicio de malabarismo imposible. Esos viajes al país vecino eran su único salvavidas para completar unos ingresos dignos y cumplir con sus obligaciones.

Todo cambió con la llegada de la pandemia. El cierre de fronteras y las restricciones sanitarias no solo paralizaron el mundo; a él le obligaron a regresar a España precipitadamente, dejándolo atrapado y sin posibilidad de volver a generar esos ingresos extra que sostenían su economía.

De repente, la soledad del confinamiento se vio agravada por una angustia mucho peor: la insolvencia. Sin bienes, sin propiedades y dependiendo únicamente de esa pensión mínima, se vio frente a una montaña de deudas que ascendía a mas de 23.500 euros. Préstamos bancarios y financieros solicitados en tiempos mejores se convirtieron en una losa inamovible.

No era dejadez, ni mala fe. Era la imposibilidad física y matemática de hacer frente a los pagos. El dilema era desgarrador para un hombre de su integridad: destinar su pensión a comer o entregarla íntegramente a los bancos. La vergüenza y el miedo al embargo empezaron a consumir sus días.

Fue entonces cuando acudió a nosotros, con el cansancio reflejado en el rostro pero con la esperanza de encontrar una salida digna. En los juzgados de Cádiz, expusimos no solo sus números, sino su historia. Demostramos que estábamos ante un deudor honesto, víctima de una crisis mundial sobrevenida.

La respuesta de la Justicia ha sido un acto de reparación. El Tribunal ha dictado la conclusión del concurso y ha concedido el Beneficio de Exoneración del Pasivo Insatisfecho. Ante la evidente buena fe de nuestro cliente, ningún acreedor se ha opuesto.

El fallo judicial no es solo un documento legal; es un nuevo comienzo. La deuda ha sido cancelada en su totalidad. Esos más de 23.500 euros ya no existen. Hoy, este jubilado puede mirar al futuro con la tranquilidad de saber que su pensión es, por fin, suya.

Historias como esta son la razón de ser de nuestro despacho. En RIVERIEGO ABOGADOS sabemos que detrás de un expediente judicial hay personas que sufren, que sienten vergüenza y que necesitan a alguien que crea en ellas. Entendemos que la vida da vueltas inesperadas y que nadie debería ser condenado a la pobreza perpetua por circunstancias ajenas a su voluntad. Hemos luchado para que este pensionista recupere su dignidad, y estamos listos para luchar por la de miles de personas.