Hay caídas de las que parece imposible levantarse, especialmente cuando el golpe dura casi dos décadas. Para un vecino de Sanlúcar de Barrameda, la pesadilla financiera que comenzó en pleno «boom» inmobiliario ha llegado a su fin este mes de abril. El Juzgado de lo Mercantil de Cádiz ha dictado un Auto reciente por el que se le concede la Exoneración del Pasivo Insatisfecho, liberándole definitivamente de una pesada carga deudora que arrastraba desde hacía años y que le impedía reiniciar su vida. El fallo judicial confirma que, tras una vida marcada por la precariedad absoluta, este ciudadano tiene derecho a una segunda oportunidad.
La historia de este sanluqueño es el retrato de las consecuencias devastadoras de la crisis en las familias trabajadoras. Todo comenzó en 2005, cuando solicitó una hipoteca y un crédito personal para gastos con la ilusión de adquirir una vivienda junto a su pareja. Sin embargo, la fortuna le dio la espalda apenas un año después: al finalizar su último contrato laboral, y sin una actividad profesional estable desde entonces, la pareja se vio obligada a entregar las llaves de su casa al banco para saldar la hipoteca. Se quedaron sin hogar, pero la pesadilla no terminó ahí: el crédito personal asociado a la compra siguió vivo, creciendo con intereses y pasando de manos bancarias a fondos de inversión, persiguiéndole hasta el día de hoy.
El relato de su día a día describe una situación de subsistencia extrema. Sin ser titular de cuentas bancarias, ni poseer vehículos ni propiedades inmobiliarias, este vecino ha vivido durante años en un «limbo» económico, residiendo en una vivienda de alquiler y afrontando sus gastos básicos exclusivamente gracias a la caridad y ayuda económica de familiares y amigos. Su voluntad de cumplir con sus obligaciones, a pesar de su insolvencia, quedó demostrada con un episodio reciente: tras recibir una sanción administrativa por consumo de sustancias estupefacientes en vía pública, intentó por todos los medios afrontar el pago. Solicitó un fraccionamiento y, aun careciendo de ingresos propios, logró abonar gran parte de los plazos con enorme sacrificio hasta que su situación se hizo insostenible. Este esfuerzo por pagar, incluso ante una multa derivada de un error personal, fue clave para acreditar su buena fe ante el tribunal.
La resolución judicial ha puesto fin a esta asfixia. Al no haber oposición por parte de los acreedores y verificarse que el deudor actuaba de buena fe, sin antecedentes penales económicos y con una insolvencia fortuita, el tribunal ha aplicado la Ley de la Segunda Oportunidad para perdonar la totalidad de la deuda. El juez ha cancelado tanto los importes reclamados por el fondo de inversión como el resto pendiente con la Administración pública. Tras 18 años de exclusión financiera y social, este vecino de Sanlúcar recupera por fin su libertad económica.
Este nuevo horizonte ha sido posible gracias a la dirección letrada de RIVERIEGO ABOGADOS, cuyo equipo ha logrado demostrar ante los tribunales que la insolvencia no es un callejón sin salida. Un éxito que reafirma nuestro compromiso: luchar para que las personas honestas no paguen con su vida los errores económicos del pasado. Porque, no solo cancelamos deudas; devolvemos el derecho a empezar de cero.



